Jesús dijo: «Sí, os diré de los tiempos en que este pueblo habrá
llenado la copa de su iniquidad; cuando la justicia caerá súbitamente
sobre esta ciudad y sobre nuestros padres. Estoy a punto de dejaros; iré
adonde el Padre. Después que os deje, prestad atención que ningún
hombre os engañe, porque muchos vendrán como liberadores y conducirán a
muchos por el camino equivocado. Cuando escuchéis de guerras y rumores
de guerras, no os preocupéis, porque aunque estas cosas sucederán, el
fin de Jerusalén aún no habrá llegado. No os perturbéis por la escasez y
los terremotos; tampoco debéis preocuparos cuando se os entregue a las
autoridades civiles y seáis perseguidos a causa del evangelio. Seréis
expulsados de la sinagoga e iréis a la prisión por mí, y algunos de
vosotros seréis matados. Cuando seáis llevados ante los gobernadores y
los gobernantes, será para atestiguar vuestra fe y para mostrar vuestra
firme fidelidad al evangelio del reino. Y cuando estéis ante la
presencia de los jueces, no os pongáis ansiosos de antemano por lo que
debáis decir porque el espíritu os enseñará en esa misma hora lo que
debéis contestar a vuestros adversarios. En estos días de congoja, aun vuestros parientes, bajo el
liderazgo de los que han rechazado al Hijo del Hombre, os entregarán a
la prisión y a la muerte. Por un tiempo puede que todos los hombres os
odien por mí, pero aun en estas persecuciones yo no os abandonaré; mi
espíritu no os desertará. ¡Tened paciencia! No dudéis de que este
evangelio del reino triunfará sobre todos los enemigos y finalmente será
proclamado a todas las naciones».
No hay comentarios:
Publicar un comentario