Esta mañana saludó a cada uno de lo doce con un
saludo personal.
A Andrés le dijo: «No te desanimes por sus
acontecimientos inminentes. Controla firmemente a tus hermanos y cuida
de que no te vean deprimido». A Pedro le dijo: «No deposites tu
confianza en el brazo ni en el acero. Establécete sobre los cimientos
espirituales de las rocas eternas». A Santiago le dijo: «No titubees por
las apariencias exteriores. Permanece fiel en tu fe, y pronto conocerás
la realidad de aquello en lo que crees». A Juan le dijo: «Sé tierno;
ama aun a tus enemigos; sé tolerante. Y recuerda que yo te he confiado
muchas cosas». A Natanael le dijo: «No juzgues por las apariencias;
permanece firme en tu fe aun cuando todo parezca esfumarse; sé fiel a tu
misión de embajador del reino». A Felipe le dijo: «No te dejes conmover
por los acontecimientos inminentes. Permanece inmutable, aun cuando no
puedas ver el camino. Sé leal a tu juramento de consagración». A Mateo
le dijo: «No olvides la misericordia que te recibió en el reino. Que
ningún hombre te quite tu recompensa eterna. Así como has resistido las
inclinaciones de la naturaleza mortal, dispónte a ser constante». A
Tomás le dijo: «Aunque sea muy difícil, ahora debes caminar por lo que
crees y no por lo que ves. No tengas dudas de mi habilidad para
completar la obra que he comenzado, hasta que finalmente veré a todos
mis fieles embajadores en el reino más allá». A los gemelos Alfeo les
dijo: «No permitáis que las cosas que no podéis comprender os
sobrecojan. Sed fieles al afecto de vuestro corazón y no coloquéis
vuestra confianza ni en grandes hombres ni en la actitud cambiante de la
gente. Aliaos con vuestros hermanos». A Simón el Zelote le dijo:
«Simón, puedes estar sobrecogido por la desilusión, pero tu espíritu se
elevará por sobre todas las cosas que te puedan suceder. Lo que no
pudiste aprender de mí, mi espíritu te lo enseñará. Persigue las
realidades verdaderas del espíritu y deja de ser atraído por las sombras
irreales y materiales». Y a Judas Iscariote le dijo: «Judas, te he
amado y he orado para que tú amaras a tus hermanos. No te canses de
hacer el bien; y quiero advertirte que te cuides de los senderos
resbalosos de las lisonjas y de los dardos envenenados del ridículo».
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