jueves, 9 de abril de 2015

No Temas, no desmayes, no te rindas

Jesús había muerto unos días atrás.

A pesar de todo lo visto y todo lo vivido, muchos no estaban completamente seguros sobre la resurrección del Señor a pesar de que la noticia se expandía.
Los opositores compraban guardias para que digan que el cuerpo fue robado, obviamente es notorio que los opositores tenían miedo de que la resurrección fuera real, de hecho, sabían que existía una probabilidad de que así fuera, sin saber a ciencia cierta si el cuerpo se lo llevaron sus seguidores.

Pero me pregunto, que pasaba en la cabeza de sus seguidores?

Pedro lo había negado horas antes de la muerte, sus otros compañeros huyeron, Juan estuvo hasta el momento del ultimo suspiro de Jesús en la cruz. 

Pero había muerto, ya no estaba, tenían la promesa de que volvería, de que resucitaría, pero al parecer todos pensaban metaforicamente, ya que ninguno lo esperaba con alegría, como debía ser.

A veces invertimos mucho en lo que parece ser una gran oportunidad de mejorar nuestra vida.
A veces dejamos todo por ir a ciegas ante una situación que se nos presenta como la oportunidad de "ser felices". Pero en un momento todo se echa a perder, especialmente cuando confiamos en hombres (o mujeres, si es que suena sexista). Quizá los discípulos del Señor en aquel entonces  ya habían tenido alguna experiencia brindándole la confianza a otros hombres (o mujeres). 

Recordemos que todos fueron reclutados por Jesús y ni siquiera se despidieron de sus familias, simplemente "se fueron"... que pasó con esos hogares? con sus familias? que pensaron? que dijeron?

Esa fue la voluntad de Dios, toda esa inversión, todo ese tiempo perdido (aparentemente), toda una vida dedicada a sus profesiones, a sus capacidades, desarrollando y perfeccionando para lo que fueron criados. Algunos de los discípulos eran pescadores, y en un abrir y cerrar de ojos, pasaron a ser estudiantes, aprendices y sirvientes de un desconocido que llegó a cambiarlo todo.

Renunciar a los sueños, renunciar a la familia, a la comodidad, dejar la ciudad, los amigos, las costumbres, por ir detrás de una corazonada... por ir detrás de lo desconocido.

A todos nos ha pasado...

Y seguimos confiando, ellos confiaron, Jesús los convencía con una mirada porque tal era su poder.

Pero los hombres fallan, las promesas se rompen (por eso no hago promesas), porque somos egoístas, mentirosos, interesados, materialistas y claro, unos desagradecidos.

Imagino, todo ese tiempo aprendiendo, mirando milagros, sintiendo la presencia de Dios a escasos centímetros, ese amor, ese aroma, la paciencia, la paz, la verdadera paz... y de pronto vienen los fariseos, arrestan a Jesús y bien, ya sabemos, lo crucifican, lo tratan como a un delincuente, a ese hombre bueno, perfecto y sabio... que pasa ahora? a donde quedó toda esa inversión?

Que pasa si lo dejamos todo por un mejor trabajo en otro lugar y nos despiden de pronto? Que pasa si te vas a otro lugar por un amor prometedor que al final no es sino una simple ilusión? Que pasa si compras tu casa y esta está construida sobre un terreno inestable y se derrumba lentamente? Que pasa si vas a la Universidad y estudias para finalmente enlistarte como un desempleado más?

A veces las circunstancias no son las mas propicias, generalmente la gente falla, la naturaleza tiende a sorprendernos con desagradables sorpresas. Nada es seguro, a veces lo damos todo para quedarnos con nada. 

Hoy Dios nos recuerda que por nada debemos estar afanosos, que no debemos rendirnos, no desmayar porque Él nos sustenta, hoy debemos saber que todo nos será retribuido porque seguimos buscando su presencia, nosotros sabemos que Jesús vive, le creemos, no porque vemos, sino porque lo escuchamos, lo sentimos.

En aquel entonces sus discípulos estaban perdidos, pero Jesús volvió a buscarlos.

En otra de sus apariciones, van unas mujeres (nuevamente) por el camino y...


Entonces las mujeres se fueron rápidamente del sepulcro. Estaban asustadas pero llenas de alegría. Corrieron para contarles todo esto a los seguidores de Jesús. De repente, Jesús se encontró con ellas y las saludó. Ellas se acercaron a él, le abrazaron los pies y lo adoraron. 10 Entonces Jesús les dijo:
—No tengan miedo, vayan y díganles a mis hermanos que se dirijan a Galilea y que me verán allá. (Mat. 28)


Así es como debemos confiar, sin temor porque al final, él nos encontrará otra vez.



Dios les bendice poderosamente.

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