lunes, 21 de agosto de 2017

REPITA CONMIGO: SOY LA LUZ DEL MUNDO


¿Muestras tu desacuerdo en Internet como un no creyente?

Conservador, liberal, tradicionalista, progresista, a favor del aborto o en contra del mismo, a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo o en contra de ello. ¿Qué viene a tu mente cuando se mencionan esas palabras que hoy nos rodean?

Vivimos en una sociedad altamente polarizada y dividida cuando se trata de política, religión, procedencia étnica y sexo. Y quizás especialmente en el mundo de las redes sociales de hoy, de inmediato hacemos ciertas suposiciones acerca de una persona basados en un artículo compartido, un tweet enviado, la publicación de una foto o la actualización de un estado.

Todos hemos caído en la trampa de pensar lo peor de los demás etiquetándolos como “liberales” o “conservadores”, “progresistas” o “tradicionalistas”. Nuestras suposiciones nos llevan a debates acalorados (e inútiles) en Internet, a menudo con gente que nunca hemos conocido. Otros optan por permanecer en silencio y desconectarse por completo debido a todo el ruido desagradable y parcializado.
 
 
Vive y muestra tu desacuerdo de forma diferente

Pero, ¿cómo se supone que los cristianos deben responder en una sociedad argumentativa y divisiva? Pablo enfrentó una situación similar cuando le escribió a un hijo en la fe llamado Tito, que vivía en la isla de Creta, conocida por su rebelión, codicia, engaño, inmoralidad, pereza y desobediencia (Tit. 1:10-16). Sabiendo que varias iglesias estaban siendo plantadas allí, el apóstol le recuerda a Tito instruir a los cristianos a vivir de manera distinta, con el fin de diferenciarse de un pueblo tan hostil y corrompido.

En primer lugar, Pablo le recuerda a los cristianos a ser ciudadanos modelo en cuanto a su actitud hacia el gobierno y la obediencia a este (Tit. 3:1). Hay épocas y momentos en que debemos desobedecer al gobierno cuando este entra en conflicto con nuestra obediencia a Dios (Hch. 5:29). Nunca debemos dar lealtad máxima y ciega al estado porque nuestra primera lealtad debe reservarse exclusivamente a Jesús el Rey.

Sin embargo, los cristianos deberían, en principio, dar honor y respeto al gobierno debido a que Dios mismo le ha dado esa autoridad, sea que nos guste o no un candidato político (Ro. 13:1-7). Nuestro comportamiento no debe distinguirse por rebeliones y sublevaciones, sino por la sumisión y obediencia piadosa.

Los cristianos no solo deben modelar la excelencia, con una ciudadanía que exalta a Cristo, sino que deben “estar preparados para toda buena obra, que no injurien a nadie, que no sean contenciosos, sino amables, mostrando toda consideración para con todos los hombres” (Tit. 3:1-2). Los cristianos son los más ávidos y celosos en hacer buenas obras a los demás porque hemos experimentado lo que Dios ha hecho por nosotros (Tit. 2:11-15). Los cristianos deben “no injuriar a nadie” evitando la difamación (literalmente “blasfemar”) y demonizando a una persona o a un candidato político cuando no estamos de acuerdo con él (en Internet o en persona).

Estamos llamados a ser agentes de gracia, evitando peleas y discusiones interminables, porque a menudo conducen a discusiones inútiles y sentimientos lastimados innecesariamente. Estamos para “mostrar toda consideración para con todos los hombres”, no mostrándolos en la peor luz, sino mostrándoles “la mansedumbre y benignidad de Cristo” (2 Co. 10:1).
 
Recuerda tu pasado

¿Qué nos da la motivación para vivir de esta manera? Pablo le recuerda a los cristianos que la forma en que viviremos en una sociedad claramente hostil es no olvidando lo perdido que una vez estuvimos (Tit. 3:3).

En otras palabras, hubo un tiempo en que vivimos como si Dios no existiera, rebelados contra su mandato clemente, engañados, siendo dominados por nuestros propios deseos y necesidades a expensas de los demás, como si mereciéramos todo lo bueno, despreciando el bien de los demás.


Este corazón de pecado conduce a una vida de odio cada vez que alguien nos impide obtener lo que queremos. Los cristianos no respondemos con actitudes poco amables o con un lenguaje áspero, porque somos conscientes de que hemos sido salvados de ese pecado, y porque sabemos que todavía seríamos así fuera de la gracia.


Hacer memoria de nuestra oscura y desesperanzada historia nos recuerda que debemos ser humildes y amables hacia aquellos con los que no estamos de acuerdo.
 
Recuerda tu salvación

Finalmente, la clave para vivir de manera distinta en sociedades como la nuestra es poniendo en práctica la belleza y majestuosidad de nuestra salvación. Fue la bondad y el amor (literalmente “amor hacia la humanidad”) que apareció en la persona de Jesucristo la que motiva este tipo de amor (Tit. 3:4).

Dios nos salvó “no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino conforme a su misericordia” (Tit. 3:5). Él no nos salvó a causa de nuestro partido político, ni nuestra actividad política, ni siquiera nuestra vida recta. Fue solo la bondad y la misericordia de Dios la que nos salvó y que luego nos hizo un tipo de persona que vive, ama y muestra su desacuerdo de manera diferente: solo a través de la iniciativa divina de nuestro paciente Dios, el lavamiento de la regeneración y renovación por el Espíritu, y la muerte sustitutiva de nuestro Salvador.

Si nuestras vidas dan testimonio de manera grande o pequeña de la impresionante belleza de nuestro rescate, entonces comenzaremos a opacar la hostilidad y el diálogo argumentativo de nuestros días (Tit. 3:4-8).

Por la misericordia de Dios podemos mostrar al mundo que hay una mejor manera de actuar.









Artículo original de Desiring God | Traducido por María Andreina

No hay comentarios:

Publicar un comentario