martes, 15 de agosto de 2017

A L@S INGRAT@S

Algún día escuché a alguien decir que la ingratitud es hija de la soberbia, prima de la envidia y hermana del egoísmo.
La ingratitud realmente muestra lo qué hay en el corazón de alguien .
Los ingratos olvidan fácilmente, nunca estarán interesados en detenerse y recordar los servicios, beneficios y bendiciones que han llegado a su vida.
Consideran que todo se lo merecen por tanto no hay gratitud en sus corazones.
Ser ingrato, es un acto de egoísmo que como decíamos tiene mucho que ver con la envidia, ese veneno oculto en el inconsciente de tantas personas, muchas veces, las más allegadas. Personas que no pueden ver la felicidad en el otro si no les llega primero, sus logros son los que cuentan, los ajenos no. De allí la relación con la soberbia. Cuando esto sucede buscan la manera de detractar, desmerecer, desalentar, causar alguna forma de daño que en muchas ocasiones es irreversible.
La envidia es silenciosa y sabe crecer en el silencio.
Pero lleva a que la persona sea insegura, se sienta inferior y pierda su identidad.
Hay quienes pareciesen no comprender el significado de INGRATITUD. Hagámoslo más claro entonces.
Ser ingrato es olvidar que alguna vez recibimos del otro, desconocer que los favores recibidos fueron actos de amor hacia ellos, no de obligaciones, esa es una gran diferencia que solo puede reconocer, quien es capaz de mirar en su interior, allí donde reside el conocimiento del bien y el mal, donde y aunque parezca no existir, está la conciencia, esa de la que nadie deja de escuchar su voz, ni aunque la amordacen los bajos sentimientos que toman por presa a los que no se resisten a ello.
La envidia es causada por ver a otro gozar de lo que deseamos; los celos, por ver a otro poseer lo que quisiéramos poseer nosotros.
Y crece en el silencio porque aunque sea un acto del inconciente, las personas que albergan este tipo de sentimientos negativos, buscan tapar con excusas esas actitudes de ingratitud, desapego o apatía que son provocadas lisa y llanamente por la triste envidia.
Ser ingrato se relaciona también con otros temas que hemos expuesto anteriormente, por ejemplo con la confianza. Un ingrato, no duda en traicionarla, se “olvida” que se le entregó un tesoro preciado, la confianza y no titubea en romperla si algo no sucede tal como le resulta conveniente. ¿No les ha sucedido acaso alguna vez? Eso es ser ingrato entre tantas otras cosas, tirar por la borda los valores y códigos por el mero hecho de causar daño.
La gratitud se practica desde el corazón hacia fuera, en cada palabra, gesto, actitud y de esa forma se retroalimenta, no necesita de nada más, todo fluye armónicamente cuando somos agradecidos.




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