Pero, sin embargo, normalmente, podemos decirlo con
firmeza: Dios tiene una
persona para ti. Mientras esperas y mientras buscas a
aquella persona que Dios te
tiene preparada, aprovecha el tiempo de una manera
especial. Aprovecha
ganando experiencia en la vida, aprovecha para madurar,
para prepararte, para
llegar al matrimonio con una personalidad que contribuya
al amor, a la
comprensión ya la madurez dentro del hogar. ¿De qué sirve
que un joven se case
porque tenga la capacidad de reproducir y tener hijos?
¿De qué sirve si cuando
llega al matrimonio le falta experiencia, conocimiento,
capacidad de traer a esa
unión, a ese matrimonio, mucho del trasfondo de su
experiencia que enriquezca la
vida del hogar? El verdadero amor sabe esperar. El apuro
a menudo es
meramente un impulso sexual. ¡Escúchame, joven o
señorita! Cuando te sientas
apurado de una manera exagerada por casarte; cuando tú y
tu novia, o aun tus
padres o los suyos, quieren apurarte desmedidamente, ¡Pon
los frenos de
inmediato! "Hasta aquí no mas". No entres a la
unión matrimonial, unión
maravillosa y con tremendas posibilidades, con apuros ni
en aprietos. Organiza tus
finanzas ¡Aprovecha la vida! Aprovecha la vida para
estudiar. Aprovecha la vida
para el desarrollo y la madurez personales. Aprovecha tu
vida, antes del noviazgo
y el casamiento, para organizar tus finanzas. Porque uno
no puede llegar al
matrimonio sin ellas. "Amor, pan, agua" es una
frase bonita y poética, pero el pan
y agua no bastan para poder vivir bien. Sé responsable.
¡Cuidado con el que es
descuidado en cuanto al dinero! Puede arruinar y malograr
tu vida toda. Su actitud
hacia el dinero revela su carácter íntimo. Disciplina tu
vida económica y observa
cuidadosamente las actitudes de tu novio o novia hacia el
dinero. Cuando os
comprometáis, elaborad un presupuesto. Cuanto ganáis, que
necesitaréis y si os
alcanzaran las entradas. Un presupuesto es vital.
Aprovecha la vida para ganar
experiencia, para viajar, para ir a retiros, a campamentos.
Enriquece tu vida, como
decíamos anteriormente, conociendo a muchos jóvenes y
señoritas, de modo que
cuando tu, por fin, encuentres a la persona con quien te
vas a casar, tengas
mucho que contar, mucho que compartir, muchas
experiencias. Así tendrás algo
que compartir, algo de lo cual hablar por años y años que
han de venir. El salmista
David nos decía en el Salmo 37 una frase que yo siempre
recomiendo a la
juventud. Fue uno de los versículos clave en mi vida
personal. Creo que puede
serlo en la tuya también.
“Confía en Dios y haz el bien;
habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad. Deléitate asimismo en Dios, y
el te concederá las peticiones de tu corazón. Encomienda a Dios tu camino,
confía en el y el hará"
(Salmo 37: 35)
¿No te parece maravillosa esa promesa real que Dios le da
a toda la juventud que confía en Cristo?
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