Lucas 11:1 “Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos.”
Aquí vemos como los discípulos sintieron inquietud de saber como Jesús oraba, ellos pudieron detectar que había un poder establecido en la oración, allí estaba el poder que llevaba a Jesús a hacer todo lo que Él hacía.
Jesús se llenaba de Dios para ejercer la orden ministerial, tenia comunión e intimidad con el Padre a través de la Oración.
Oración es hablar con Dios, es oír su voz,
es conocerle a través de una relación o comunión con él, es pedirle,
amarle, ser dirigido por él. Si somos discípulos de Jesús tenemos que
orar. La oración nos fortalece y nos mantiene firme. Cada mujer debe
saber que la oración le fortalece, los jóvenes orar por todo lo que
tiene que ver con su futuro, a los esposos para llevar un matrimonio
como debe de ser, en el Señor.
La Biblia nos muestra diferentes tipos de oración, ferviente, eficaz, la oración intercesora y la de guerra espiritual, así como aspectos de oración.
También Juan el Bautista oraba y enseñó a orar a sus discípulos, el
fue quien preparó el camino para el señor Jesucristo, lleno de la
dirección de Dios, pero cuando se manifiesta Jesús viene la
manifestación de Dios misma.
Juan oraba de una manera, pero ahora Jesús oraba al Padre. Había una
nueva dimensión, dimensión que ahora nosotros tenemos, relacionada con
la intimidad, con la redención y el perdón de pecados.
Fue uno de los discípulos de Jesús que le dijo enséñanos a orar. Es necesario que oremos porque allí hay bendición del cielo.
Verso 2
“Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.”
Uno de los puntos más importantes en esta oración, es anhelar que venga el reino de Dios a nuestras vidas. El reino de Dios debe estar presente en cada discípulo, en cada hogar, en la iglesia, sobre la ciudad, sobre la nación.
Como discípulos debemos orar para que se cumpla su voluntad en la
tierra así como es hecho en el cielo, que sea establecido el propósito
de Dios en nuestra tierra.
Debemos orar para que sea establecido el reino de Dios en la tierra,
debe de estar en cada corazón, en cada casa, en cada familia. Tienes que
comenzar a clamar de esa manera, Señor que venga tu reino sobre mi
vida, sobre mi nación, sobre mi matrimonio, sobre mi familia.
El reino de Dios es estar enlazado a la voluntad de Dios, significa
autoridad, paz, gozo, la grandeza de Dios manifestada en nosotros.
Para que se establezca la voluntad de Dios sobre nosotros, debemos
tener un espíritu enseñable, obedeciéndole más de lo que lo que
pretendemos, por encima de cualquier altivez que se levante, conociendo a
Dios más que a la corriente de este mundo,
Tener un espíritu enseñable es estar sujetos a Dios, a su obra y a su
palabra. Es lo que tu quieres Señor, no lo que yo quiero, es lo que Tú
digas, no lo que me parezca. Por nada podemos vanagloriarnos, pensar que
otro no puede hacer lo que tu haces, el corazón es engañoso, debemos
guardarlo porque de el mana la vida.
Debemos tener cuidado con la altivez, Absalom, le dividió el reino a
David, pues codiciaba lo que no le correspondía, lo mismo que tuvo
Lucifer, por esa razón el principio de todos los males es el amor al
dinero, codiciar lo que no es tuyo, lo que no te corresponde, codiciar
el bienestar del otro, aún los ministerios.
Si evaluamos como están hechas las cosas en el cielo, Dios quiere que así sea en la tierra.
Ministerio Aquiles Azar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario