lunes, 2 de junio de 2014

SEGUN EL PODER QUE ACTUA EN TI

En Juan 3:34, dice que “Dios no da el espíritu por medida”. Si parafraseamos, podemos decir que Dios te ha dado un espíritu sin medida, un espíritu sin límites. Tu espíritu no conoce imposibilidades. Podrás vivir en cierto lugar, bajo ciertos parámetros, pero el espíritu que está en ti va más allá de eso.
En Efesios 3:14-20, Pablo establece un pensamiento muy poderoso: Dios puede hacer más allá de lo que pensamos y de lo que entendemos, según el poder que actúa en tu vida, según lo que tú puedes procesar. Dios es ilimitado y tu espíritu es ilimitado, pero lo que Dios puede hacer, que va más allá de lo que tú puedes hacer o imaginar, depende de tu capacidad de permitir que Él pueda hacerlo a través de tu vida. Así que tu capacidad de procesar el poder de Dios, es lo que puede llevarte al otro nivel.

Lamentablemente, tendemos a echarle la culpa a la circunstancias, a la iglesia, a los que están a nuestro alrededor, sin darnos cuenta que somos nosotros quienes limitamos a Dios.
Para vivir una vida sin límites, para vivir una vida más allá de lo que has podido pensar e imaginar, una de las cosas más importantes que tienes que desatar en tu vida es tu corazón. A través del corazón, de tu parte interna, Dios puede actuar y procesar su poder.
La iglesia le sirve a Dios con su mente. Hacemos las cosas que tenemos que hacer como cristianos, pero nuestros corazones, por la razón que sea, están tan heridos, lastimados, viven en el pasado, en el ayer, en las frustraciones, con resentimientos que limitan todo lo que Dios puede hacer con nosotros.
No hay nada en la biblia, que Dios pueda hacer más allá de la condición de tu corazón. En ella hay varios versos que nos hablan de la importancia del corazón. Proverbios dice: Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón porque de él mana la vida. En Hebreos 10, dice la palabra del Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, y en sus mentes escribiré, y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones.

A veces, tratamos de meter la ley de Dios, las cosas que hay que hacer, en la mente de la gente. Esos son los religiosos que hieren, marcan y que quieren enseñar, obligando a la gente.
La gente no cambia, si no quiere cambiar. El verdadero cambio viene cuando Dios toma el corazón de una persona y escribe la ley en su corazón. Solo tenemos que ser el canal a través del cual la gente pueda llegar a Dios y poder tener el espacio correcto donde la gente pueda sentirse lo suficientemente libre para poner su corazón en las manos de Dios.
La verdad es que hemos puesto nuestros corazones en las manos de tanta gente que nos ha lastimado, y decirle a alguien: Pon tu corazón en las manos de Dios; es un riesgo que mucha gente no quiere tomar.

La iglesia no se da cuenta de cuál es el trabajo que tiene que hacer. Queremos poner a la gente a hacer ciertas cosas, obligándolos, sin saber que lo único que hay que hacer es exponerlos al amor de Dios y dejarle saber que está bien que Dios trate y escriba sus leyes en su corazón, porque solo así su vida cambiará.

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