¿Cómo es posible que Dios nos ame tanto?
¿Cómo puede un Dios santo tener la capacidad de entender con ternura y
afecto el dilema humano? ¿Cómo el Creador de todas las cosas se despojó
de majestad y se vistió de humanidad para sufrir una horrenda muerte en
la cruz? ¿Cómo el omnipotente y poderoso Dios puede estar pendiente de
seres por naturaleza corruptibles al pecado? Procesar y experimentar que
existe un Dios que siente un profundo amor por nosotros no es algo
fácil.
Los filósofos griegos percibían a Dios como emocionalmente
distante de los humanos. Hay dos grupos de estos que se mencionan en
Hechos 17. Los Estoicos, un prominente grupo de pensadores, consideraban
que el principal atributo de Dios era Apatheia: un dios que tenía la
habilidad de no sentir nada. Su lógica decía que si Dios sentía algo,
entonces podía ser influenciado o hasta controlado por lo que podía
sentir. Por su parte, los Epicúreos creían que los dioses vivían en una
especie de “limbo santo”, y que estaban totalmente desconectados de los
problemas humanos.
En ese momento la tradición judía hacía un
énfasis marcado en la trascendencia y santidad de Dios, en el sentido de
que Él estaba totalmente separado del pecado. Por tanto, llegaban al
extremo de pensar que Dios era incapaz de compartir la experiencia
humana. Fue entonces cuando vino Jesús y trajo consigo algo que cambio
para siempre la forma en que percibimos a Dios. Puedes imaginar a un
Dios que dejó su condición y se dispuso Él mismo el poder sentir
emociones, dolor y debilidad humana. “Porque no tenemos un sumo
sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno
que fue tentado en todo según nuestra semejanza…”, Hebreos 4.15.
La trascendencia del afecto y amor de Dios, mostrados a través de su
hijo Jesús, cambió dramática y radicalmente la mentalidad religiosa
hacia Dios, dándonos a nosotros la gracia, la misericoridia y sobre todo
la certidumbre de un Dios cercano, que tanto necesitamos. ¿Qué tipo de
relación tenemos con Dios? Hoy más que nunca Dios desea que nuestros
corazones estén confiados y seguros en Él. Tenemos un Dios que entiende
nuestra naturaleza humana, no uno que la condena; un Dios que sabe de
nuestra debilidad, más nos ama y no nos acusa. Dios no está
emocionalmente distante y separado de nosotros, sino que siente y tiene
presente nuestra naturaleza.
Ese es el tipo de Dios en que
podemos confiar, así que no importando la condición en que nos
encontremos, nuestro arrepentimiento constante a Él nos abre la puerta a
su amor. Solo Dios tiene la capacidad de entendernos. Es todo un
misterio cómo un Dios santo puede sentir y comprender íntegramente
nuestros corazones y a la misma vez seguir conservando su santidad. Ese
es el Dios que amamos.
Que nuestros corazones sean afectados por
el deseo del eterno Dios de tener una relación con nosotros. Que nuestra
búsqueda sea el resultado de ese amor. Busquemos transformar nuestro
entendimiento para reconocer que tenemos en nuestras manos el regalo más
maravilloso que jamás podamos tener. ¿Deseas tener una relación con Él?
Por medio del sacrificio de su Hijo Jesucristo, Él desea tener una
relación contigo.
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César Custodio promueve y trabaja
en proyectos de “misiones urbanas” en Chicago y moviliza al pueblo
hispano para ser parte del movimiento “misionero mundial”. Participa en
varios proyectos de redes sociales llevando la Palabra de Dios a miles
por esté medio. Vive con su esposa y cuatro pequeños hijos en la ciudad
de Chicago. Puedes contactarlo por correo electrónico.
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