La nueva alianza
15 Por
eso, Jesucristo es mediador de una nueva alianza y un nuevo testamento,
pues con su muerte libra a los hombres de los pecados cometidos bajo la
primera alianza, y hace posible que los que Dios ha llamado reciban la
herencia eterna que él les ha prometido. 16 Para que un testamento entre en vigor, tiene que comprobarse primero la muerte de la persona que lo hizo. 17 Pues un testamento no tiene valor mientras vive el que lo hizo, sino sólo cuando ya ha muerto. 18 Por eso, la primera alianza también se estableció con derramamiento de sangre. 19 Moisés
anunció todos los mandamientos de la ley a todo el pueblo; después tomó
lana roja y una rama de hisopo, las mojó en la sangre de los becerros y
los chivos mezclada con agua, y roció el libro de la ley y también a
todo el pueblo. 20 Entonces les dijo: «Ésta es la sangre que confirma la alianza que Dios ha ordenado para ustedes.» 21 Moisés roció también con sangre el santuario y todos los objetos que se usaban en el culto. 22 Según la ley, casi todo tiene que ser purificado con sangre; y no hay perdón de pecados si no hay derramamiento de sangre. 23 De
manera que se necesitaban tales sacrificios para purificar aquellas
cosas que son copias de lo celestial; pero las cosas celestiales
necesitan mejores sacrificios que ésos.
El acceso a Dios
24 Porque
Cristo no entró en aquel santuario hecho por los hombres, que era
solamente una figura del santuario verdadero, sino que entró en el cielo
mismo, donde ahora se presenta delante de Dios para rogar en nuestro
favor. 25 Y
no entró para ofrecerse en sacrificio muchas veces, como hace cada año
todo sumo sacerdote, que entra en el santuario para ofrecer sangre
ajena. 26 Si
ése fuera el caso, Cristo habría tenido que morir muchas veces desde la
creación del mundo. Pero el hecho es que ahora, en el final de los
tiempos, Cristo ha aparecido una sola vez y para siempre, ofreciéndose a
sí mismo en sacrificio para quitar el pecado. 27 Y así como todos han de morir una sola vez y después vendrá el juicio, 28 así
también Cristo ha sido ofrecido en sacrificio una sola vez para quitar
los pecados de muchos. Después aparecerá por segunda vez, ya no en
relación con el pecado, sino para salvar a los que lo esperan.
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