ESTO TAMBIÉN PASARÁ
En Marcos 6:45, en adelante, se nos narra el momento en que, luego de la multiplicación de los panes y los peces, los discípulos emprenden su travesía en el mar y, en el verso 47, dice la palabra que la barca estaba en el medio del mar. Si vemos en un mapa hacia dónde se dirigían los discípulos, podemos ver que estaban supuestos a navegar de manera paralela a la orilla. O sea, no tenían por qué estar en medio del mar. La tormenta los había impulsado al medio del mar.
Añade la palabra del Señor que “viéndoles remar con fatiga… vino a ellos andando sobre el mar, y quería adelantárseles.” Pero, dice más adelante, que Jesús subió a la barca con ellos. Jesús no se monta en la barca porque haya una tormenta, sino porque, los que están en la barca están fatigados. El problema no era la tormenta, sino el remar con fatiga.
Cuando Jesús se monta en la barca con ellos, la tormenta cesó y, dice la palabra que los discípulos se maravillaron, y añade: Porque todavía no habían entendido lo de los panes, por cuanto estaban endurecidos sus corazones.
¿Qué tiene que ver lo de los panes con la tormenta?
A diferencia de los otros libros, el libro de Marcos nos muestra una secuencia de milagros que Jesús va haciendo, y que van provocando –o que se supone que provoquen – que la fe de los discípulos vaya en aumento. Pero aquí podemos ver que, por más milagros que habían visto –liberación de espíritus inmundos, sanidad de un leproso, sanidad de un paralítico, resucitación de una niña – en lugar de creer, endurecieron su corazón.
Muchos le sirven a Dios, y han visto milagro tras milagro y, aun así, tienen el corazón endurecido.
Siempre pensamos que los de corazón endurecido son los no creyentes; pero tener el conocimiento entenebrecido, no es lo mismo que tener un corazón endurecido. El mundo está engañado; los creyentes no lo estamos, pero, muchas veces, permitimos que nuestro corazón se endurezca.
Tú sabes que debes servirle a Dios. Saliste del engaño del mundo. Entendiste que estabas mal. Pero, mientras más Dios hace en nuestras vidas, más endurecemos nuestro corazón. Mucha gente es salva, pero vive frustrada por lo que Dios no ha hecho en sus vidas. Jesús ha estado trabajando con ellos –como con los discípulos – tratando de desatar su fe; pero han endurecido sus corazones.
Dios ha hecho muchos milagros en tu vida, tratando de desatar tu fe, para que entiendas que la tormenta que vives hoy no va a acabar contigo.
Las situaciones que llegan a tu vida, ya no deberían sorprenderte. Tú deberías saber, y declarar: Esto también pasará. Vamos a cruzar al otro lado.
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